La sequía de sangre tenía a la colonia de vampiros en una dieta 
forzada desde ya hacía mucho tiempo. En una medida desesperada, el Vampilíder 
anuncia: 
-¡Hermanos Vampiros! En caso de que no lo hayan notado, nos estamos 
muriendo de hambre. 
(Murmullos) He decidido que debemos emprender 
expediciones para recorrer el mundo y buscar comida para la colonia. Cada 
vampiro partirá hacia algún lugar, en busca del rojo y sagrado líquido que nos 
da la vida. Nos reuniremos mañana, a las doce medianoche, aquí. He dicho. Suerte 
y que la sangre os acompañe.
Y en efecto: todos los vampiros se aprestan para 
el largo viaje. Ancianos, adultos, jóvenes, machos y hembras. El éxodo promete 
ser gigantesco. Parten todos, y a la medianoche siguiente, se encuentran todos 
reunidos. Pero... ninguno ha encontrado sangre. En medio de la histeria 
colectiva que causan las malas noticias, aparece un pequeño vampirito, que 
regresa con todo el hocico lleno de sangre. Todos los demás se agolpan junto a 
él:
-¿Dónde, dónde has encontrado sangre?
-Síganme -dice el pequeño héroe. 
Y salen volando todos tras él. Tras avanzar un largo trecho, el vampirito se 
detiene y se dirige a la colonia:
-¿Ven esa ladera...?
-Sííí -responden 
los demás.
-¿Ven el bosque que hay detrás de la ladera?
-Síííííí -corean 
emocionados los demás.
-¿Ven la montaña detrás del bosque? 
-Síííííííííííí 
-gritan los vampiros levantando sus alas.
-¿Ven la piedra en la cima de la 
montaña?
-¡SÍÍÍÍÍÍÍÍ! 
-Pues 
yo no la vi... JAJAJA!!!